¿Eres de los que siempre lleva muchos “por si acaso”? Date cuenta de que este viaje es en coche. Cada día en una carretera y, casi, cada noche en una cama. Así que elije bien lo que quieres llevarte, consulta la temperatura que hará y haz la maleta. Prepárate para vivir una experiencia inolvidable en un lugar de belleza incalculable.

Arriba en cuanto suene el despertador, y que esté suene pronto. Es conveniente llegar a primera hora para evitar largas colas. Hoy vas a visitar un lugar espectacular. De esos que has visto mil veces en postales: Chichen Itzá. Quizás el más impresionante vestigio de la civilización maya: 47 hectáreas es la extensión de la zona visitable, 15 kilómetros cuadrados tiene la zona protegida.

Esta zona arqueológica es patrimonio cultural de México y patrimonio de la humanidad por la UNESCO desde 1988. Allí encontrarás la Pirámide o Castillo de Kukulkán, que es el edificio principal; el Observatorio, conocido como el Caracol, o el Templo de los Guerreros. Mira, anda, fotografía y disfruta sabiendo que es un lugar más que especial.

Cuando lo consideres oportuno (Chichen Itzá enamora y las horas pasan) emprende rumbo a Valladolid. Poco más de 40 kilómetros es la distancia. Allí te proponemos que pases la noche en esta primera etapa de la Ruta Maya del Yucatán, pero antes de descansar, admira sus construcciones coloniales y sus cenotes. Sorpréndete con sus trabajos artesanales con madera o piel. Viajar también es probar la gastronomía local: no te vayas sin comerte unos antojitos yucatecos y sin beber xtabentun o balché.

Que no se pierda la magia. Es difícil que lo haga en un enclave como este. El final de esta tercera jornada está en Mérida, pero antes hay mucho que ver todavía en Valladolid. Se la conoce la “la capital del Oriente Maya” y en su su suelo comenzó la Guerra de Castas en 1847 y la Primera Chispa de la Revolución Mexicana en 1910. Sigues bebiendo de la historia (ahora mucho más reciente).
Visita las iglesias y colonias más importantes, como La Candelaria, Santa Lucía o Santa Ana. Recorre la Calzada de los Frailes y llega hasta el más espectacular edificio colonial: el Convento de San Bernardino de Siena. ¡Espera! ¿Te has bañado en algún cenote? No se te ocurra marcharte sin hacerlo en Xkeken o Samulá.

De Valladolid a Mérida (a la que llaman “la Bella Blanca”) para descubrir una ciudad colonial por antonomasia. Los españoles llegaron a Yucatán en 1527. Admira sus edificios clásicos, los 500 años de historia de su centro histórico, el zócalo y sus jardines. De nuevo date el gustazo de probar lo mejor de la cocina mexicana, con la “sopa de lima”, la cochinita o los panuchos y salbutes.

Dedica parte del día a seguir conociendo Mérida. Medio milenio de historia no se descubre en unas horas, así que pasea alrededor de la plaza Grande, dirige tus pies por el Paseo de Montejo, la vía más de moda y no te vayas sin conocer la catedral más antigua del continente, la de San Ildefonso, construida entre 1561 y 1598.

148 kilómetros separan Mérida de Campeche, pero no harás el viaje directo. En el medio te espera una muy grata sorpresa: Uxmal. Esta zona arqueológica, sita en el valle de Santa Ana –sobre el Golfo de México– es un espacioso majestuoso, único. En su momento llegó a tener una población de 25.000 habitantes. Su ocupación es del 500 a. C., pero su época de mayor esplendor político y económico llegó entre los siglos IX y XII d. C.

En este viaje se coleccionan lugares que son patrimonio de la humanidad. Campeche es otro de ellos. El quinto día está dedicado, al completo, a visitar esta maravillosa ciudad. Merece la pena dejar el coche por un día. El estado de Campeche bebe de una cultura ancestral de más de 3.000 años. La Unesco lo reconoció como “modelo de planificación de una ciudad barroca colonial”. Sus calles y sus edificios hacen comprender rápidamente el porqué.

Hay más de mil edificios con apabullante valor histórico, no se puede dejar de ver el Museo de las Estelas Doctor Román Piña Chan, el Parque de Patrimonio Cultural de la Humanidad, la plaza de la Independencia, el Astillero, la Aduana, la Audiencia o la Catedral.
Y qué decir de su gastronomía, histórica como sus vías. Su privilegiada situación costera le hace disponer de los mejores ingredientes del mar y de la tierra. Disfruta al máximo, que hoy no se conduce.

Como ayer se pudieron coger fuerzas, hoy hay un camino de 371 kilómetros. Todavía en el estado de Campeche, hay que parar en Edzná (a unos 60 kilómetros hacia el sur). Hace siglos, alrededor del 650 d. C., era un centro neurálgico político, económico y religioso. Sus edificios lo atestiguan y dan clara muestra de por qué es uno de los lugares más importantes desde el punto de vista arqueológico del mundo maya.
De momento, en esta ruta se ha hablado de historia, de arqueología, de los mayas (por supuesto), de paisajes increíbles, de construcciones alucinantes… Pues lo que viene ahora deja con la boca abierta: Palenque es la ciudad maya más famosa, estuvo habitada del 100 a. C. al 900 d. C., abandonada posteriormente, y redescubierta en 1784. En Palenque uno percibe que no es un lugar normal. Tiene algo. Tiene alma. Tanto la antigua ciudad como sus alrededores son pura magia.
El edificio más aclamado es el Templo de las Inscripciones y el Palacio, que es acumulación de construcciones durante más de 400 años. En parte, aún está escondido en la selva. Porque sí, Palenque también es selva. Y todo lo que ella oculta. Por cierto, estás en el estado de Chiapas.

Ecuador de esta Ruta Maya del Yucatán. Hoy toca abrocharse los cinturones porque hay un recorrido de 485 kilómetros que te llevarán del centro al este. Lo más impresionante de este día está en el camino. Calakmul ocupa el 15 % del territorio de Campeche, es la mayor selva tropical de México y el segundo pulmón natural del país. Abre bien el pecho y respira, porque son 723.185 hectáreas de pura naturaleza. Por supuesto, también es un importantísimo sitio arqueológico. Construcciones históricas y naturaleza en perfecta mezcolanza.

La acumulación de historias, de imágenes, de fotografías, de postales perfectas es ya abundante. En pocos lugares como en esta zona de México la arqueología y la cultura se unen con tan impoluta majestuosidad. El octavo día te llevará a la Riviera Maya. Seguro que ya tienes ganas de descansar. Han sido siete días de coche y de andar, de subir y bajar. De visitar. Te lo has ganado. 305 kilómetros separan Chetumal de Riviera Maya.

Prepara el bañador, pero no solo para usarlo en tu destino, a mitad de camino, en la laguna de Balacar (a 40 kilómetros al norte de Chetumal), hay un lago turquesa en el que sería un delito no sumergirse.

¿Y qué decir de la Riviera Maya? ¿Cuántas veces has visto imágenes de esos hoteles al borde del mar? ¿Ese azul, esas piscinas? ¡Esos cócteles! Nuestra recomendación es que disfrutes del establecimiento, por supuesto, pero que hagas algo más. Por ejemplo, que visites la ciudad de Tulum, el tercer destino arqueológico más visitado de México, donde, de nuevo, naturaleza e historia unen sus fuerzas: las ruinas mayas están sobre un acantilado frente al mar Caribe (hasta leyéndolo ya alucina).
También deberías recorrer la reserva natural subterránea de Río Secreto, 15 kilómetros de cavernas semi-inundadas. Y báñate, haz snorkel, nada, ríe, come, bebe, lee, fotografía, descansa, ¡para ti es la vida!

Si ayer hiciste caso a las recomendaciones, hoy (en el último día) te quedará tiempo para visitar dos parques Xplor y Xcaret. El primero está en el corazón de la selva y te invita a vivir una aventura: tirolinas, vehículos anfibios, un mundo subterráneo para que te sientas un avezado explorador. En Xcaret, a orillas del Mar Caribe, te esperan ríos subterráneos e increíbles espectáculos. Expectante te mira la fauna maya.
Y, si lo prefieres, te puedes quedar en la hamaca del hotel disfrutando de estos últimos minutos. Que te lo has ganado.

Ya está. ¿Ha merecido la pena? Es una pregunta retórica. Has visto playas inimaginables, construcciones anonadantes, has comprobado que naturaleza y arqueología van de la mano en magnífica unión. Pero todo se termina. No es momento de entristecerse, sino de alegrarse por haber podido vivir una experiencia tan bestial como esta. ¿Dónde será la próxima?

Vuelve al trabajo sabiendo que esto es solo el principio. Que te quedan miles de aventuras por delante. Busca, investiga, lee, ¿cuál será la siguiente expedición? Europa, África, Asia. Encuentra lugares en los que descansar en playas paradisiacas no esté reñido con ver, conocer y aprender. Emociones completas. Experiencias perfectas.